30 de abril de 2011

AHORA QUE SE ACERCAN LAS ELECCIONES...

El 23 de febrero de 1981 tuvo mucho, afortunadamente, de Carnaval. Aunque maldita la gracia que tuviera la Cabalgata de tanques que organizó Milans del Bosch en Valencia y por mucho pelotazo que diera la chirigota de guardias civiles que se coló en el Congreso de los Diputados. Qué alegría, chiquillo, da decir treinta años después y sin muertos de por medio que Tejero, Armada y Milans del Bosh hubieran hecho un buen cuarteto con el Elefante Blanco.

Aquel día, el Carnaval de veras, el que Franco había prohibido y el que seguramente sus herederos prohibirían de nuevo, estaba en el Falla, con una comparsa infantil llamada ‘Duendecillos carnavalescos’ y con los juveniles ‘Jamaicanos’, en los que ya cantaba ese Pavarotti nuestro de cada febrero al que llamamos Ramoni, demostrando, golpe a golpe y verso a verso, que La Pepa había vuelto a Cádiz para quedarse. Allí estaba el coro de ‘La gran locura’. Y una gran locura era lo que ocurría en algunos cuarteles y en la Carrera de San Jerónimo de Madrid. «Qué tienes tú, febrero, que el mundo se vuelve loco por Carnaval», cantarían por tangos mucho después los coristas de ‘En un lugar de Cai’, allá por 2003 cuando se cumplían veinte años de otro 23-F, el de 1983, cuando -qué casualidad- el primer Gobierno socialista expropiara a Rumasa. Allí, aquella noche de febrero del 81, iban a actuar los payasos de ‘Entre pitos y flautas’, pero los mayores payasos vestían de uniforme. Y ‘Los pollitos mi compare’, como chirigota emblemática de aquel año, compartiendo escenario con la comparsa de ‘Los pintores de Versalles’. Hasta que empezó la gente a najarse hasta dejar a medio gas la sesión de tarde. Habría que esperar al día siguiente a que el Carnaval de veras se atreviese a hacer bromas con aquel Carnaval de chichinabo que habían montado los acérrimos partidarios de las fiestas típicas, una, grande y libre, la paguita del 18 de julio y las adhesiones inquebrantables de la Plaza de Oriente. Pero si hay que hacerle justicia a Adolfo Suárez, a Gutiérrez Mellado y a Santiago Carrillo por mantener el tipo en el hemiciclo, en Cádiz habría que hacer lo mismo con Pepe Mena, el concejal de Festejos de aquel entonces, que era del Partido Comunista y que aquel año, oportuno como pocos, había fichado como pregonero a Rafael Alberti.

Como el facherío no se llevó nunca bien con el Carnaval de Cádiz, el Carnaval tampoco se llevó bien con el facherío. Y no ha habido que esperar a ‘Los diestros muu diestros’ de Parrado y Martínez -que no es el facha precisamente-, la chirigota que nos vino este año de Puerto Real. Ni a aquel ‘Robinson de la Isla’, con letra de José Manuel Sánchez Reyes y música de Juan Carlos Aragón, que hace cinco años nos recordaban que mientras en España había militares empuñando pistolas aquí en el Carnaval se empuñaban plumeros. Y que mientras Tejero gritaba todos al suelo y aquí nos tirábamos al suelo de risa con los cuplés. Pero una de las mejores caricaturas de esa curiosa tendencia de la psiquiatría fue la de ‘Esto conmigo no pasaba’, aquellos francos de Vera Luque que llamaron novios de la muerte a los herederos del dictador, ya fuesen cabezas rapadas o curas trabucaires y militares de la vieja guardia. Aquellos que eran capaces de cantar como estribillo: «40 años cara al sol yo me he llevado y no me veas. 40 años cara al sol.. Que pechá de nivea». Se presentaron en el Falla con una especie de NO-DO y con un aviso: «Soy Franco el original, y no Rafael Román». Pocos saben que incluso le ofrecieron a Román, incorporarse como figurante a la Agrupación. Pero él prefirió disfrazarse de lo mismo en solitario con Tere Torres vestida a la usanza de Carmen Polo, alias La Collares.

Mucho me temo, chaval, aunque tú nacieras mucho después, de que si el 23 F se hubiera torcido los que hubieran reído los últimos serían aquellos a quienes les hubiera gustado prohibir la risa. El único cara al sol que le gusta a Cádiz es el de los bustos de Paco Alba y Fernando Quiñones mirando a La Caleta.


Juan José Téllez
Fuente: La Voz de Cádiz

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