21 de diciembre de 2009

SALVOCHEA YA TIENE VECINO...


En la mañana de hoy la edición digital de la Voz de Cádiz publicaba la siguiente noticia sobre quien será la persona que descansará al lado del alcalde más querido de la historia de Cádiz.

"Durante la etapa del Imperio Romano, los gaditanos imploraban a los lares por la protección de los suyos. Los 'dii familiaris' recibían culto en el larario, un espacio de la casa en el que la familia realizaba ofrendas a estos dioses de andar por casa. Y debe ser que Cádiz siente predilección por las tradiciones porque, casi 2.000 años después, la costumbre pagana sigue enraizada en la primera fila del cuarto patio del Cementerio de San José. Allí descansa Don Rosendo, un habitante del camposanto tan venerado como misterioso que a partir de las 11 horas de hoy cambiará de ubicación.
Y es que hasta a los fallecidos gaditanos más ilustres y queridos les llega el momento de abandonar su 'apartamento' con vistas al Atlántico para dejar paso al parque El Descanso. Aunque siempre han existido clases y la muerte no va a ser una excepción. Cuando Don Rosendo abandone el nicho que ha habitado en los últimos 133 años no viajará hasta Chiclana como el común de los mortales gaditanos. Lo hará a la antigua capilla del cementerio.
Allí le espera un ilustre y también querido gaditano, Fermín Salvochea. El único espacio que se conservará del antiguo cementerio servirá de cobijo a un selecto club de gaditanos fallecidos que esperarán en la recoleta capilla del siglo XIX a que les construyan un mausoleo definitivo en el futuro parque. De momento, serán dos aunque no se descarta que algún gaditano más pueda habitar el espacio en un descanso más temporal que eterno. A diferencia de la vida del alcalde Fermín Salvochea, ampliamente documentada, la de su nuevo vecino es un verdadero enigma. Don Rosendo de Vicente y Vicente nació en 1808 en las tierras gallegas de La Guardia y muere en 1876. Y, también a diferencia de Salvochea, a Don Rosendo la fama le vino mucho después de que la Dama de la Guadaña se lo llevara para siempre. Tan tarde, que para aquel entonces ya nadie conocía los detalles de su vida.
Todo parece indicar que Don Rosendo era un médico que durante sus años de oficio no dudó en atender de forma gratuita a todos los pobres que se acercaron a su consulta. Murió pobre a causa de su filantropía. Esa es una de las razones de que no existan datos o pinturas sobre él. Lo que sí se conoce son los datos que guardan los archivos del cementerio: falleció el 19 de julio a las 5 de la tarde en su domicilio del Horno de la Candelaria. Su certificado de defunción lo expidió el juez Jose María Fernández y fue enterrado en un nicho en propiedad. Datos suficientes para convertirse en objeto de veneración. Y es que la fe no atiende a razones."

Recordemos que Salvochea fue una persona comprometida con los pobres hasta la médula, no se limitó a predicar la ideología más avanzada de la época, sino que dio ejemplo de generosidad en su vida cotidiana. Si veía por la calle a alguien pasando frío, se quitaba su abrigo y se lo daba. Estableció la jornada máxima de ocho horas para los obreros y aumentó sus salarios mínimos. Prohibió los impuestos sobre los productos elementales de consumo, como pan y jabón. Eliminó el servicio militar forzoso. Estableció la enseñanza gratuita para todos y convirtió edificios ruinosos en ateneos obreros.Llama la atención que, siendo él ateo, acompañara a misa todos los días a su madre y la recogiera en la puerta, sin entrar él en la Iglesia, e incluso, tomaba café a diario en el Bar El Baluarte, en la calle Rosario, con un cura amigo suyo. Él, que tan duros enfrentamientos tuvo con el obispo en su etapa como Alcalde…!!! Tan duros enfrentamientos, que, antes incluso de ser nombrado oficialmente Alcalde, el obispo, temiendo los enfrentamientos que vendrían, se ausentó “en visita pastoral” de la ciudad mientras él fue Alcalde.El llamado “Alcalde de los pobres”, murió el 28 de septiembre de 1907 con 65 años tras lesionarse la espalda al caer de la mesa donde dormía, porque días antes le había dado su cama a un pobre. Incluso en su lecho de muerte mantuvo sus ideas. Así se cuenta que en la víspera de su fallecimiento, Salvochea agoniza rodeado de su familia y amigos. En un determinado momento, un familiar aludió a la resurrección de Lázaro y Salvochea aprovechó para reiterar su ateísmo: 'De ser cierto ese milagro', dijo, 'probaría que Jesús no era bueno porque debería de haber resucitado a todos los muertos del pueblo'.La profunda humanidad de este personaje, a quien Lerroux calificó de 'Cristo anarquista', le granjeó tanto cariño de la gente, que a su temprana muerte, 50.000 personas se echaron a la calle para rendirle homenaje, mostrando el dolor por la pérdida de alguien muy querido. Durante el entierro, inesperadamente empezó a llover a cántaros cuando la comitiva pasaba al lado del Ayuntamiento. El alcalde ordenó que entrasen en el Ayuntamiento diciendo “Esta es su casa. Que no salga de ella hasta que no acabe la lluvia” .



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