2 de mayo de 2011

ALQAEDA SIN BIN LADEN...


"A pesar de casi diez años de guerra, Al Qaeda hoy es más fuerte que cuando se cometieron los atentados del 11-S", escribe Leah Farrall, uno de los principales especialistas en el terrorismo yihadista, en la revista Foreign Affairs de marzo-abril.

"Porque, desde que dejó Afganistán por las zonas tribales de Pakistán, ha fundado grupos regionales en la Península Arábiga y franquicias en Irak y el Magreb, cuenta con muchos más miembros, tiene un alcance geográfico mayor y ha conseguido una influencia y una madurez ideológica de las que carecía hace una década".

Si Farrall tenía razón hace un mes, nada cambia en lo esencial con la muerte de Osama Bin Laden en la madrugada (hora de Madrid) del lunes, 2 de mayo, en una residencia de tres pisos, sin internet ni teléfono, con muy pocas ventanas, amurallada y protegida con alambradas, a unos setenta kilómetros de Islamabad.

La operación, dirigida por el director (por pocos días, al parecer, pues pronto sustituirá a Robert Gates al frente del Pentágono, tal vez como premio) de la CIA, Leo Panetta, y ejecutada por unidades especiales de la SEAL Team Six, nace de informaciones obtenidas en agosto de 2010 a partir del seguimiento de un correo de Bin Laden y de los testimonios de algunos presos en Guantánamo.

En febrero, según la agencia Associated Press, que cita a fuentes de la CIA, Obama dio absoluta prioridad a la operación de vigilancia de la casa sospechosa, en una zona residencial próxima a la academia militar pakistaní y a las viviendas de varios generales de Pakistán. Tras cinco reuniones del Consejo de Seguridad Nacional, el 29 de abril aprueba la intervención.

A las 3.45 horas de la madrugada del lunes, hora de Madrid (seis menos en Washington), cuando el portavoz de la Casa Blanca, Dan Pfeiffer, envió a los principales medios estadounidenses el mensaje "go to work", el fundador de Al Qaeda ya estaba muerto, aunque Obama tardó dos horas todavía en redactar y comunicar al mundo la buena noticia.

La muerte de Bin Laden es una gran victoria de los EEUU y de su presidente, Barack Obama, quien, desde su elección, convirtió la caza de Bin Laden en su máxima prioridad y modificó, de acuerdo con ese objetivo, la estrategia estadounidense en Afganistán y Pakistán.

La muerte de Bin Laden y la desaparición rápida de su cadáver reduce el riesgo de que sus seguidores lo conviertan en mártir o traten de conseguir su libertad con secuestros o amenazas espectaculares.

Si Pakistán, como parecía a primera hora, no fue informada de los detalles de la operación, tendríamos una prueba más de las malas relaciones entre los dos aliados, a pesar de los miles de millones que Pakistán recibe en ayuda militar de los EEUU.

El lugar donde Bin Laden fue localizado y liquidado aumenta las sospechas de que haya estado protegido por algunos de los servicios secretos pakistaníes.

¿Se acelerarán y facilitarán ahora los contactos entre el Gobierno afgano y los talibán? ¿Tendrá más fácil la reelección Obama en 2012? Es pronto para responder a todas estas cuestiones, pero sin duda se verán condicionadas en mayor o menor medida por la muerte de Bin Laden.

"No es el final", advirtió Obama, tras recordar las promesas de su predecesor, George Bush, en las horas siguientes al 11-S de "hacer justicia" a las casi 3.000 víctimas de los atentados. "Debemos permanecer vigilantes. Los EE.UU. no están en guerra con el Islam, porque Osama Bin Laden nunca ha sido un líder islámico, sino un criminal ".


Con otro u otros dirigentes, tal vez con más intensidad en los próximos días, semanas o meses, Al Qaeda dio a entender Obama- multiplicará sus ataques y hay que reforzar la vigilancia.

Añadió que Bin Laden murió en un tiroteo, en el que perdieron también la vida el correo del dirigente de Al Qaeda, su hermano, uno de los 17 hijos del terrorista y una mujer. En las horas siguientes a la operación, la cadena pakistaní GEO emitió imágenes de la casa ardiendo. Una foto del supuesto cadáver de Bin Laden, muy desfigurado, publicada a primera hora por algunos medios fue retirada de inmediato de la circulación y pudo confirmó de fuentes oficiales que correspondiera realmente a Bin Laden.

Obama prometió respetar la tradición islámica en el tratamiento del cadáver del enemigo número 1 de los EEUU, pero a primera hora de la mañana el embajador estadounidense en Londres aseguró que el cadáver ya había sido arrojado al mar. Si todavía no se ha aclarado del todo lo que sucedió con el cadáver de Hitler, toda cautela sobre estas informaciones es poca.

"Termina un capítulo, pero sigue el juego", afirmó Obama en su mensaje al mundo. En el mejor análisis que conozco de las raíces del 11-S, 'Searching for the roots of 9/11', convertido en un excelente documental por la CNN que cada año obligo a ver a mis alumnos, el columnista del New York Times Thomas Friedman comparaba a Bin Laden y a su número 2, el doctor egipcio Ayman al Zawahiri, con Trotsky.

Desaparecido el Lenin de Al Qaeda, lo más probable es que su Trotsky intente sucederle con algún mensaje de esperanza a sus huestes en las próximas horas. Para Washington y sus aliados, lo más importante no es lo que diga hoy, mañana o en unos día Al Zawahiri, sino lo que hagan los pequeños Stalin que andan sueltos desde Indonesia a Marruecos, y sus miles de creyentes yihadistas.


Fuente:El Mundo

No hay comentarios:

Publicar un comentario