Existen noticias que parecen superar la ficción e incluso cualquier repertorio chirigotero. Esto ha ocurrido hoy en Cádiz, pero lo curioso es que también había ocurrido en Sevilla dias antes en el rodaje de la misma pelicula...Así narra lo ocurrido La voz de Cádiz en su edición digital...Adjuntamos los videos que ilustran la noticia...
VIDEO DE LOS TOROS ESCAPADOS POR CADIZ
VIDEO DE LOS TOROS ESCAPADOS DE SEVILLA
Pasaban sólo unos minutos de las doce y media de la mañana. Una treintena de mozos esperaban ansiosos la cuenta atrás para empezar su carrera. La calle Ancha estaba lista para su encierro cinematográfico, y la particular Estafeta gaditana albergaba el primer ensayo de la escena de persecución de la película Knight & Day que se iba a filmar en Cádiz desde hoy.
Todo preparado, el operador de travelling (cámara colgante) da su «ok». Resuena el «tres, dos, uno...» para iniciar la grabación. Se escucha por megafonía. El silencio es total, pero algo lo interrumpe.
Un golpe seco, sonido metálico, llama la atención de los pastores y mayorales que manejan a la decena de toros (dos de ellos cabestros con cencerros). Uno de los astados, visiblemente nervioso, acaba de romper varios de los tablones de madera atornillados minutos antes a las vallas de seguridad de la calle Novena, ha logrado abrir la puerta móvil y empieza a correr sin oposición alguna por la calle Barrié en dirección a la plaza de Las Flores.
Era el principio del caos en lo que iba a ser una fiesta. Siete de los diez astados contratados para rodar la escena de persecución en medio de un encierro se acababan de saltar el guión y de arruinar todo el plan de grabación.
Los siete toros se escaparon de la zona acotada y tomaron en manada la calle Barrié, por segunda vez. Ya en la tarde del martes, Sevilla se convirtió también en escenario de otra estampida.
En aquella ocasión, sólo fueron dos toros y la situación estuvo más controlada ya que los animales no llegaron a abandonar el perímetro de la plaza de toros de la Maestranza. Lo que se vivió en Cádiz ayer muy diferente.
Los animales llevaban varios minutos en una especie de chiquero improvisado en Novena, entre las calles San Miguel y Barrié. Con los pitones recortados y un carácter manso, debían iniciar su carrera en dirección a la plaza San Antonio persiguiendo a los mozos en el ensayo. O al menos era lo que figuraba en el plan de ensayo.
Sin embargo, los astados ya habían comenzado en segundos su particular recorrido turístico por Cádiz ante el asombro generalizado, los gritos de histeria de los vecinos y viandantes que se cruzaban con ellos, y los flashes de las cámaras de fotos de los asistentes al espectáculo asombrados desde sus balcones.
En apenas unos minutos, la noticia corre como la pólvora, y la ciudad está patas arriba. Los primeros rumores hablan de que algunos de los animales han llegado hasta la Avenida, cortado la circulación y causado estropicios en coches, pero lo cierto es que los toros siguieron una ruta distinta.
Barrié, Plaza de las Flores -ante la carnavalesca escalera de Correos-, plaza de la Libertad, plaza de la Cruz Verde, callejones Cardoso, María Arteaga, Rosa y los alrededores de La Caleta se convirtieron en escenarios de un encierro que, de pronto, era real, pero improvisado y aterrador. Los dos únicos heridos se produjeron a partir de la calle María Arteaga -punto donde la calzada se estrecha- debido principalmente a que era la zona más transitada. Allí, la incredulidad y el terror se hicieron comunes. Niños, ancianos, adultos... todos a los portales, a las tiendas, a cualquier refugio.
Todo preparado, el operador de travelling (cámara colgante) da su «ok». Resuena el «tres, dos, uno...» para iniciar la grabación. Se escucha por megafonía. El silencio es total, pero algo lo interrumpe.
Un golpe seco, sonido metálico, llama la atención de los pastores y mayorales que manejan a la decena de toros (dos de ellos cabestros con cencerros). Uno de los astados, visiblemente nervioso, acaba de romper varios de los tablones de madera atornillados minutos antes a las vallas de seguridad de la calle Novena, ha logrado abrir la puerta móvil y empieza a correr sin oposición alguna por la calle Barrié en dirección a la plaza de Las Flores.
Era el principio del caos en lo que iba a ser una fiesta. Siete de los diez astados contratados para rodar la escena de persecución en medio de un encierro se acababan de saltar el guión y de arruinar todo el plan de grabación.
Los siete toros se escaparon de la zona acotada y tomaron en manada la calle Barrié, por segunda vez. Ya en la tarde del martes, Sevilla se convirtió también en escenario de otra estampida.
En aquella ocasión, sólo fueron dos toros y la situación estuvo más controlada ya que los animales no llegaron a abandonar el perímetro de la plaza de toros de la Maestranza. Lo que se vivió en Cádiz ayer muy diferente.
Los animales llevaban varios minutos en una especie de chiquero improvisado en Novena, entre las calles San Miguel y Barrié. Con los pitones recortados y un carácter manso, debían iniciar su carrera en dirección a la plaza San Antonio persiguiendo a los mozos en el ensayo. O al menos era lo que figuraba en el plan de ensayo.
Sin embargo, los astados ya habían comenzado en segundos su particular recorrido turístico por Cádiz ante el asombro generalizado, los gritos de histeria de los vecinos y viandantes que se cruzaban con ellos, y los flashes de las cámaras de fotos de los asistentes al espectáculo asombrados desde sus balcones.
En apenas unos minutos, la noticia corre como la pólvora, y la ciudad está patas arriba. Los primeros rumores hablan de que algunos de los animales han llegado hasta la Avenida, cortado la circulación y causado estropicios en coches, pero lo cierto es que los toros siguieron una ruta distinta.
Barrié, Plaza de las Flores -ante la carnavalesca escalera de Correos-, plaza de la Libertad, plaza de la Cruz Verde, callejones Cardoso, María Arteaga, Rosa y los alrededores de La Caleta se convirtieron en escenarios de un encierro que, de pronto, era real, pero improvisado y aterrador. Los dos únicos heridos se produjeron a partir de la calle María Arteaga -punto donde la calzada se estrecha- debido principalmente a que era la zona más transitada. Allí, la incredulidad y el terror se hicieron comunes. Niños, ancianos, adultos... todos a los portales, a las tiendas, a cualquier refugio.
Desde EL PUNTEAO ofrecemos la solución...se necesita alguien que sepa de esto...
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